La impulsividad es una característica que implica una tendencia a actuar sin reflexión previa, siguiendo deseos o estímulos momentáneos. Esta característica de personalidad puede traer consecuencias importantes en la vida diaria, afectando a las decisiones y relaciones personales.
En este artículo, exploraremos la impulsividad, qué es un impulso y daremos ejemplos de ello, además de recomendaciones para aprender cómo gestionarla.
¿Qué significa o qué es ser impulsivo?
Ser una persona impulsiva puede implicar distintas cosas según la persona, pero la definición genérica podría ser actuar de manera rápida y sin deliberación. No se trata de actuar así en un momento puntual, sino que tiene que ver con una tendencia, es decir que a menudo se actúe sin considerar las consecuencias de las propias acciones.
La impulsividad es una respuesta inmediata a un estímulo. Los estímulos pueden ser a nivel psicológico y emocional o también físico. Estas decisiones que normalmente se realizan de forma rápida e instintiva, sin autocontrol emocional, pueden derivar en unas decisiones imprudentes y arriesgadas, incluso ponerte en peligro.
En la impulsividad, los impulsos pueden manifestarse en diversas áreas: se pueden tener impulsos a la hora de tomar decisiones, ya sean relevantes o de menor implicación. Quizá ante una decisión económica, o sobre tu relación de pareja, ante la presión o el estrés actúes de este modo.
Debe decirse también que la impulsividad no siempre traerá cosas negativas, a veces estas decisiones son adecuadas, o audaces o incluso creativas. Pero cuando la impulsividad se convierte en un problema o trae consecuencias desagradables será importante aprender a gestionarla.
¿Por qué soy impulsivo?
La impulsividad puede deberse a múltiples factores. En cuestiones de género la tendencia es que en hombres es más frecuente, así como ser joven es una característica que también puede estar ligada. Entre los factores influyentes encontramos:
- Factores biológicos: los niveles de neurotransmisores, como por ejemplo la dopamina y la serotonina, pueden influir en la impulsividad. También será determinante la existencia de alteraciones en la zona prefrontal del cerebro (que se encarga de controlar impulsos y tomar decisiones).
- Factores genéticos: la predisposición genética puede contribuir a la impulsividad. Es decir, podemos heredar de nuestros padres una tendencia impulsiva.
- Factores del entorno y experiencias vitales: si crecemos en un entorno que favorece respuestas rápidas y gratificación inmediata esto puede fomentar que seamos personas impulsivas. Por otro lado, haber sufrido experiencias impactantes, trauma complejo, o altos niveles de estrés pueden favorecer la impulsividad.
- Factores de salud mental: algunos trastornos psicológicos, como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o el Trastorno Límite de la Personalidad, están asociados con niveles elevados de impulsividad.
¿Ser impulsivo es bueno o malo?
Como decíamos, la impulsividad o un impulso puede tener, entre otros ejemplos, tanto aspectos positivos como aspectos negativos. Entre los beneficios, la impulsividad puede fomentar la creatividad, ya que mucha gente cuando actúa sin pensar demasiado y dejándose llevar puede tener ideas y realizar cosas innovadoras. Además, en momentos donde se necesita tomar decisiones de forma rápida las personas que tienden a ser impulsivas tienen ventaja.
Pero, por otro lado, hay cuestiones negativas que debemos tener en cuenta sobre la impulsividad: la falta de reflexión puede llevarnos a cometer errores o tomar decisiones poco prudentes, puede generar malentendidos o conflictos en nuestras relaciones y es un factor de riesgo en la salud física, dado que puede estar ligado al consumo de sustancias, adicciones, o a conductas peligrosas.
¿Cómo dejar de ser impulsivo?
La tendencia a la impulsividad puede reducirse con trabajo y constancia. Te compartimos aquí algunas estrategias para empezar:
- Mejora tu autoconciencia: identifica y reconoce cuándo actúas impulsivamente y qué puede estar desencadenándolo.
- Técnicas de respiración: utilizar técnicas de relajación para la ansiedad, como la respiración profunda, puede ayudarte a calmar las acciones impulsivas, a ordenar la mente y a reducir la ansiedad.
- Ofrécete pausas: antes de actuar o tomar una decisión, prueba a darte unos segundos y pregúntate: ¿cuáles serían las consecuencias?
- Practica mindfulness o meditación: realizar ejercicios de mindfulness favorece la autoconciencia y reduce el ruido mental.
- Plantéate tus metas y prioridades: tener un plan de futuro y tus objetivos reflexionados puede ayudarte a evitar decisiones impulsivas que puedan impedir que los alcances.
5 ejemplos de comportamiento impulsivo
En este apartado sobre impulsividad te proponemos algún impulso y ejemplos para que puedas hacer la tarea de autoconciencia y comprender mejor qué comportamientos puede haber ligados:
- Compra compulsiva: las compras compulsivas provocan la adquisición de artículos innecesarios en momentos de estrés o tristeza para obtener una gratificación inmediata, sin pensar en la pérdida de dinero en el momento de comprar.
- Interrumpir constantemente en las conversaciones: hablar sin esperar tu turno o a que acabe la otra persona. Esto puede causar conflictos con otras personas.
- Decisiones imprudentes sobre tu economía: invertir dinero sin investigar adecuadamente puede llevarte a perder grandes sumas de dinero.
- Conducción temeraria: conducir a altas velocidades o realizar maniobras peligrosas sin pensar en la seguridad propia y de los demás. Esto puede incrementando el riesgo de accidentes y causarte graves consecuencias.
La impulsividad, aunque puede tener sus beneficios, en general puede ser una característica de ti que juegue en tu contra y provoque daños en tu vida y salud. Es importante trabajar la gestión de la impulsividad, aprender a reconocer y moderar estos comportamientos puede ayudarte a mejorar mucho tu calidad de vida y tus relaciones personales.