Las emociones, por desgracia, son nuestras grandes desconocidas. Así como venimos al mundo preparadas para sentir y reaccionar a estímulos mediante emociones, no venimos con esa facilidad para entender que está ocurriendo dentro de nosotras.
De esta forma, a veces puede tenerse la sensación de que existan emociones atrapadas, que quizá no sabemos cómo sacar actualmente, o que quizá no pudieron “salir” en un pasado. En este artículo profundizamos en todo esto.
Emociones atrapadas
La idea de “emociones atrapadas” se refiere a la creencia de que las emociones no expresadas o procesadas completamente pueden quedar “atrapadas” en el cuerpo o la mente, y que esta acumulación de emociones no resueltas puede afectar la salud emocional y física de una persona.
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Sin embargo, es importante destacar que la mayoría de los profesionales de la salud mental respaldan métodos más convencionales y basados en evidencia para abordar las emociones y el bienestar emocional.
Emociones atrapadas en el cuerpo
No podemos hablar de emociones sin hacer referencia al cuerpo. De hecho, la palabra emoción proviene del latín e-movere, que significa movimiento hacia. Solo con este dato ya podemos ver que las emociones tienen un componente corporal muy importante, pues nos mueven o movilizan a hacer aquello que necesitamos hacer para adaptarnos a la situación que estemos viviendo. Para ello, cuando sentimos una emoción, se producen cambios en nuestro organismo. Por ejemplo: cuando sentimos enfado aumenta nuestro ritmo cardíaco, o cuando sentimos asco nuestro estómago se revuelve.
En definitiva, las emociones se sienten en el cuerpo y se expresan a través de él. Pero, ¿puede ser que se queden emociones atrapadas en el cuerpo? ¡Sí! Aunque no de una forma tan literal como puedas pensar. No se trata de que esa emoción concreta se quede literalmente atrapada, sino que nuestro cuerpo tiene memoria, y lleva la cuenta de todo aquello que no procesamos o digerimos.
Esto es lo que ocurre con lo que se conoce como “somatización”. Es decir, la experimentación de síntomas físicos (por ej.: contracturas en la espalda o dolor de cabeza) relacionados con una causa emocional o psicológica (por ej.: ansiedad o estrés).
Si en una situación de mi vida -reciente o pasada- he experimentado una emoción o conjunto de emociones (acompañadas de una serie de cambios corporales) no he tenido los recursos o la oportunidad para identificar y entender lo que está ocurriendo dentro de mí, estas emociones no se digieren del todo. Pero, como decíamos, las emociones no desaparecen, pues los cambios corporales van a producirse igualmente.
Esta información se queda guardada en nuestro cuerpo, como si fuera algo pendiente que tenemos que terminar de procesar. Las emociones atrapadas en el cuerpo suelen expresarse en forma de síntomas como tensión muscular, contracturas, dolores físicos (de cabeza, en las relaciones sexuales…), alteraciones digestivas, cansancio, entre muchos otros. Realmente, muchos de los síntomas físicos que podemos experimentar pueden tener relación con causas emocionales.
Cómo sacar las emociones atrapadas
Teniendo en cuenta que las emociones atrapadas han quedado encapsuladas al no haber podido o sabido gestionar nuestro estado emocional en una situación, la idea es que podamos trabajar en nuestra inteligencia emocional y podamos retomar el contacto con nuestro cuerpo y con la información que este tiene guardada.
Esto no va a ser siempre fácil, pues puede que estas emociones estén relacionadas con episodios duros o traumáticos de nuestra vida, como verás en el siguiente apartado. Además, puede que dichas emociones lleven mucho tiempo escondidas dentro.
Vamos a necesitar desarrollar nuestra inteligencia emocional, que es la capacidad para conocer, identificar, dar nombre, entender, y regular nuestras emociones. Para ello, puedes acudir a alguno de los muchos artículos sobre emociones que tenemos en el blog.
También es importante conocer el origen de dichas emociones atrapadas. Es decir, ¿en qué momento o situación esas emociones se quedaron sin procesar? ¿qué estaba pasando? ¿qué hizo que no pudiera digerir bien lo que sentía?
Y, además, será esencial que tomemos contacto con nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo nos habla en forma de síntomas. Seguirá enviándonos señales o mensajes que necesitaremos tener en cuenta. Por ejemplo, si tengo un tic en el ojo y estoy pasando por una época de estrés, quizá lo que mi cuerpo pida sea bajar el ritmo o descansar, ¿no?
Para “sacar” esas emociones atrapadas, necesitamos primero saber cómo se están expresando. Sabemos que dichas emociones no están atrapadas de una forma tan literal, sino que puede que se estén expresando a través de síntomas físicos, o bien mediante otras emociones secundarias que salen en sustitución de la original. En este último caso, puede que, por ejemplo, no se nos permitiera o validara sentir la tristeza cuando éramos niñas, y ahora esa tristeza se expresa en forma de enfado (cuando realmente me estoy sintiendo triste).
Tenemos que ir observando cómo está nuestro cuerpo, qué notamos, qué sensaciones tenemos… Hay personas que logran hacer esto mediante la meditación, otras mediante el baile, y otras directamente tomando momentos al día en los que focalizar la atención en el cuerpo.
Una vez vayamos dándonos cuenta de qué emociones se han quedado atrapadas, de las razones por lo que esto ocurrió (fueron invalidadas o negadas, no tenía los recursos para procesarlas, la situación era demasiado difícil o caótica…), será importante entender porqué estas emociones aparecieron en su momento. Es decir, cuál fue o es su función o mensaje.
Posteriormente, necesitaremos dar salida a la emoción. Dicho de otro modo, necesitaremos hacer con la emoción lo que siempre necesitó que hiciéramos: expresarla, movilizarla… Esto dependerá de cada situación, pero puede llevarse a cabo, por ejemplo, escribiendo una carta a la emoción atrapada, hacer caso a su mensaje, o bien moviéndola a través de la danza, baile, yoga, etc.
Cómo curar las emociones atrapadas
Cuando hablamos de curar hablamos de que hay una herida. Curar las emociones atrapadas tiene que ver, por tanto, con sanar heridas emocionales.
En este sentido, esas emociones tienen que ver con sucesos de nuestra vida que fueron dolorosos.
Lo que ocurre es que, como no siempre podemos enfrentarnos a esos sucesos o recuerdos, al final se acaban enquistando. Y, como toda herida que no se cure en su momento, corre el riesgo de infectarse. Así, para curar las heridas emocionales y sus emociones atrapadas será necesario seguir un proceso similar al de la cura de una herida física.
Es decir, entender qué la causó para saber cómo proceder, y limpiarla, desinfectarla, y ayudar a que cicatrice.
Por ello, las heridas emocionales o, generalmente, traumas (palabra que proviene del griego y significa “herida”), necesitan ser atendidas y procesadas en terapia.
Terapia para emociones atrapadas
Como has visto, una razón que pudo llevar a que las emociones se queden atrapadas tiene que ver con la vivencia de una situación vital que fue demasiado intensa, dura, grave, o que impactó en nuestra integridad y seguridad.
Así como una experiencia traumática no puede ser digerida como debería, las emociones asociadas a dicha experiencia tampoco pueden ser procesadas. En su momento quedaron encapsuladas o congeladas como mecanismo de protección frente a algo especialmente doloroso. En este sentido, la cosa se complica. Para procesar esas emociones atrapadas necesitaremos procesar el acontecimiento traumático y esto es importante realizarlo en un espacio terapéutico, con la ayuda de un/a psicólogo/a especializado/a en trauma.
Si sientes que este es tu caso, no dudes en pedir esta ayuda a través de nuestra terapia psicológica online.
En definitiva, las emociones atrapadas son emociones que en un momento sentimos y que no procesamos, por las razones que fueran, pero que no han desaparecido. Su información se queda guardada en nuestro cuerpo, de diversas maneras, y es importante que podamos ir descubriendo y dando salida a todo ello.
Para ello puede ser necesario y recomendable acudir a terapia, ya sea online o en presencial en nuestro centro psicología de Barcelona.
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