La inteligencia emocional no es algo con lo que simplemente nacemos o no. Se va construyendo poco a poco, desde nuestras primeras experiencias en la infancia, y sigue desarrollándose a lo largo de toda la vida. Por eso, es tan importante que desde pequeñitos y pequeñitas, los niños y niñas tengan la oportunidad de aprender a reconocer cómo se sienten, expresar sus emociones y gestionar lo que les ocurre por dentro.
Acompañarles en este camino no solo les ayuda a sentirse más seguros y comprendidos, sino que también les prepara para afrontar los retos que vendrán más adelante, durante la adolescencia y la vida adulta.
Según los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, quienes comenzaron a investigar sobre este tema en los años 90, la inteligencia emocional tiene que ver con nuestra capacidad para identificar, comprender y manejar nuestras emociones, así como las de las demás personas. Es, en esencia, una forma de estar en el mundo con mayor consciencia y amabilidad hacia una misma y hacia los demás.
Cuando esta habilidad no está suficientemente desarrollada, es habitual que aparezcan dificultades: conflictos con otras personas, problemas para regular impulsos, o incluso sentirnos abrumadas por lo que sentimos sin saber cómo gestionarlo. Y esto, en la infancia y la adolescencia, puede vivirse con especial intensidad.
En otro artículo hablamos sobre cómo desarrollar la inteligencia emocional en general, pero hoy queremos centrarnos especialmente en cómo podemos acompañar a niños, niñas y adolescentes en este proceso tan valioso.
Porque no se trata de que todo les salga bien, sino de que puedan sentirse seguros con lo que sienten. Y para eso, nos tienen a nosotras, a sus familias, profes, referentes… personas que les acompañamos desde la comprensión, la escucha y el amor.
Inteligencia emocional en niños de 6 a 12 años
A medida que los niños y niñas crecen, también lo hace su mundo emocional. A partir de los seis años, aproximadamente, empiezan a desarrollar una mayor comprensión de las emociones. Ya no solo identifican si algo les gusta o no, o si están contentos o tristes, sino que empiezan a ponerle nombre a emociones más complejas como el miedo, la rabia, la tristeza o el asco. Incluso, poco a poco, pueden empezar a darse cuenta de que una misma situación puede generar emociones diferentes… ¡y eso puede ser muy confuso al principio!
Por ejemplo, un niño puede decir: “Estoy triste porque llueve y no puedo ir al parque con mis amigos, pero también estoy feliz porque voy a jugar en casa con mis padres”. En frases como esta vemos cómo empiezan a integrar que sentir dos emociones a la vez es completamente natural.
Esta etapa suele coincidir con la entrada en la educación primaria, un momento clave en el desarrollo emocional. Pasan de un entorno más protegido a uno nuevo, con más normas, responsabilidades y también mayores retos. Cada curso implica nuevos aprendizajes, y con ellos, una exigencia creciente que puede generar inseguridad, frustración o miedo al error.
También es una etapa en la que el vínculo con sus iguales se vuelve muy importante. Aparecen los primeros desafíos sociales, las comparaciones, el deseo de pertenecer, los desacuerdos… y con todo ello, se amplía la oportunidad de desarrollar habilidades como la empatía, la negociación y la gestión emocional.
Además, en estos años empiezan a interiorizar normas y valores que les ayudan a regular su comportamiento y emociones. No porque alguien les diga simplemente qué hacer, sino porque empiezan a comprender el porqué de las cosas, y a desarrollar un sentido más personal de lo que está bien o mal, de lo que les hace bien o mal.
Es un momento precioso y también desafiante, donde necesitan mucho acompañamiento. No tanto desde el “deber ser”, sino desde la validación, la escucha y el ejemplo. Porque cuando un niño o niña se siente comprendido, tiene más recursos para comprenderse a sí mismo.
Las emociones que puedan sentir en esta etapa suelen ir acompañadas de pocas herramientas de gestión, y allí donde el adulto cumple un papel fundamental en el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños, validando dichas emociones y enseñando a detectarlas, y transmitiendo técnicas de autocontrol emocional y técnicas de resolución de conflictos.
Actividades de inteligencia emocional para niños
En las edades comprometidas entre los seis y doce años es recomendable que las actividades que se propongan y lleven a cabo para fomentar la inteligencia emocional en niños sean dinámicas y lúdicas. De esta manera, conseguiremos captar su atención y trasmitir el aprendizaje. Se recomienda incluso empezar a promover esto antes de los seis años, y empezar a hacerlo en casa para así cuando vayan al colegio les sea relativamente más fácil consolidarlo.
Por suerte, al haber cada vez más consciencia sobre la importancia de la inteligencia emocional, cada vez parece que se pone más esfuerzo en que esté presente en las casas de las familias y en los colegios (que incluyen en sus programas actividades pensadas en esto, la mayoría de las veces dentro del aula, pero también mediante actividades extraescolares).
A continuación, os vamos a recomendar algunas actividades para poder fomentar la inteligencia emocional en niños. Todas las ideas propuestas a continuación deben estar adaptadas a la edad y nivel madurativo del niño:
- Juegos de mesa: La oca de las emociones, Dixit, Mutkids, Emötiö, etc.
- Libros: El Emocionario, Diario de las emociones, Tengo un volcán, El hilo invisible, etc.
- Enseñar técnicas de relajación: La técnica de respiración del globo o la tortuga.
- Técnicas lúdicas de gestión emocional: El semáforo (elegir un color para representar un estado emociona), registro de emociones, etc.
- Actividad física: Consciencia corporal, relajar el cuerpo mediante el movimiento, canalizar emociones.
- Mediante el arte: La técnica de la arteterapia, o junto a la música, el baile, la moda.
Inteligencia emocional en adolescentes
En la etapa de la adolescencia, la consciencia emocional y los aprendizajes son bastante mayores que en la niñez, pero es una etapa muy compleja también. Algunos expertos la categorizan como una etapa de transformación, un camino hacia el autoconocimiento y autodescubrimiento.
Algunos factores presentes en esta etapa que dificultan la gestión emocional y autocontrol son: cambios físicos y hormonales, aparición de inseguridad/complejos y comparaciones, querer independencia, les dan mucha importancia a sus iguales (quieren parecerse bastante al grupo de pertenencia y poco a los progenitores, como una señal de revelación y autodescubrimiento). Sin olvidar una de las características propias de esta etapa que son la impulsividad, irascibilidad y efervescencia emocional.
¿Cómo trabajar la inteligencia emocional en adolescentes?
En esta etapa del desarrollo, es muy importante el apoyo emocional, y ofrecer espacios de ventilación emocional y herramientas delante sobre la gestión emocional y los conflictos.
Para ello, hay que tener en cuenta que esta etapa es compleja, e incómoda transitarla para su desarrollo. Por lo que es super importante fomentar espacios de seguridad y no juicios, para que el adolescente confíe y los busque en momentos que los necesite. También, dentro del área de la comunicación hay que escoger bien los momentos en los que quieres intervenir, y prestar atención a nuestra comunicación, usando un tono neutro.
Por otro lado, respeta su intimidad y autonomía. Refuerza y felicita aquellas conductas o actitudes adecuadas que haya tenido. Seguidamente, da ejemplo si quieres que el adolescente comunique más y gestione bien las emociones.
Finalmente, incentivar que haga actividades que disfrute y sean saludables, mejor dichas actividades involucran relaciones sociales y actividad física.
Juegos de inteligencia emocional para adolescentes
Después de presentaros algunas pautas para fomentar el desarrollo de la inteligencia emocional en adolescentes en el apartado anterior, ahora os vamos a dejar por aquí algunas ideas de juegos para ello.
Aunque en menor medida que en los niños, mediante juegos dinámicos podemos conseguir transmitir mucho conocimiento y espacios de reflexión a los adolescentes. Estos juegos deben de ser adecuados a su edad evolutiva, madurez, gustos y capacidades. Se pueden realizar en casa, en el colegio… y hay que utilizar la imaginación para crearlos.
Algunos ejemplos de juegos de inteligencia emocional en adolescentes son:
- Roleplaying: el juego de roles consiste en presentar un escenario, con unos personajes y un conflicto a resolver e intentar meterse en el papel y solucionarlo.
- Llevar a cabo un diario de gratitud. Hará que les ayude a centrarse en las cosas positivas y menos en las carencias.
- Espejo emocional: ponerse en parejas, una delante de la otra, y hacer mímica de una emoción, la otra persona debe adivinarlo y explicar por qué podría ser que siente esa emoción.
- Juegos de mesa donde deben pensar soluciones, hablar de emociones… Hay muchos existentes en el mercado que son muy interesantes (Dixit, Ikonikus, Jenga adaptada donde cada bloque se trata de una pregunta sobre las emociones…).
- Hacer un bingo de emociones complejas.
Os recordamos que entendemos que hay situaciones y emociones difíciles de gestionar en niños y adolescentes, y a pesar de tener estas pautas y ejemplos no sea suficiente. En tal caso, os recordamos que acudir a terapia online, ya que puede ayudar tanto al niño o niña como al adolescente a transitar etapas difíciles como a toda la familia.
Fuentes:
- Goleman, D. (1995). La inteligencia emocional. Editorial LeLibros.
- MAYER, J. D., CARUSO, D. & SALOVEY, P. (1999). Emotional intelligence meets traditional standards for an intelligence. Intelligence, 27, 267-298.