Aerofobia: Miedo a volar en aviones | Ep. 123

Hola bonitas y bienvenidas un domingo más al podcast de Somos Estupendas. Ya habrás visto en el título que hoy vamos a hablar de aerofobia, del miedo a volar en aviones. El miedo a volar es mucho más común de lo que pensamos.

Este miedo puede presentarse en diferentes grados de intensidad, pero no queríamos perder la oportunidad de poder hablar de ello y tratar de dar algo de luz a las personas que lo sufrís. Para ello tenemos con nosotras a Isabel, psicóloga online del equipo de profesionales.

Significado de aerofobia

Las fobias tienen un componente o una función muy parecida a la somatización de determinadas enfermedades. Las fobias, al igual que somatizar, en muchas ocasiones se dan en contextos relacionales. Las fobias son una llamada de atención sobre qué está pasando en el momento de la vida de esa persona.

La fobia a volar es una fobia específica, pero que no implica simplemente el hecho de volar, sino que está vinculada al miedo a la muerte, a tener un accidente, etc. A veces el malestar viene de las propias sensaciones desagradables en nuestro cuerpo ante la fobia, y del miedo a externalizar esas reacciones y que otras personas puedan vernos.

Lo que más miedo nos da es que el de al lado sepa que tenemos miedo, pero también es lo que necesitamos.

En la aerofobia se juntan varias fobias o miedos. La pregunta importante que debemos hacernos es ¿esos pensamientos a qué creencias negativas sobre mí me llevan? Porque es el verdadero dolor, ese es el verdadero miedo, lo que pensamos sobre nosotras cuando estamos pasando un mal momento.

El miedo es normal, pero si tienes fobia no puedes volar. Lo particular de las fobias es que te impiden hacer cosas más o menos normales o tener actividades con familia, pareja, amistades… No solo en la aerofobia, el miedo a volar en aviones, el verdadero problema es que la fobia no te deja vivir tu vida.

Apego y fobia a volar

Volvamos a lo que hablábamos del aprendizaje. Hay una historia muy utilizada en la explicación de las fobias que es ilustrativa y puede servirnos:

Imagina a una madre que va con su hijo por la calle y se encuentran a un perro azul gigante. El niño que nunca ha visto un perro tan grande siente miedo. Si la madre está sintonizada con el hijo le llegará su miedo, se pondrá a su altura y le explicara “este perro es muy grande, te entiendo, a mí también me ha impresionado, es lógico tener miedo… pero no te preocupes estoy aquí contigo y si pasa algo te voy a ayudar”.

Esa madre está viendo a su hijo, le está validando, le está poniendo nombre a su emoción, y, además, le está acompañando y dando la seguridad. El niño aprende que el miedo es algo útil que nos sirve para defendernos, huir, para hacer algo.

Ahora imagina que esa madre ese día está estresada, quizá en sus cosas y no se da cuenta de que su hijo está sintiendo miedo. Ella también ve el perro y también tiene mucho miedo a los perros. Reacciona gritando, huyendo, corriendo… El niño ni sabe qué ha pasado, ha visto a su madre reaccionando con mucha intensidad, ante algo que también le daba miedo a él. En este segundo caso, el niño aprende que sentir miedo es peligrosísimo.

Otro tipo de madre podría ridiculizarle “no seas tonto”. En este caso ¿qué aprendes? No solo que sentir miedo es malísimo, sino que no valgo nada porque soy cobarde… De estas diferencias entre las reacciones y la vinculación se podrían derivar los diferentes tipos de apego.

Origen de las fobias

¿Qué hay que consideras tan terrible sobre ti? El miedo puede estar relacionado con cómo nos hemos relacionado o nos vinculamos con nuestros padres. El miedo no solo es algo que aprendes porque hay cosas peligrosas. El miedo puede aprenderse vicariamente, de hecho, es de las formas más comunes de aprendizaje.

Muchas fobias nacen cuando hay conflictos, cambios… cuando sucede algo en nuestra historia o algo no está estable. Cómo lo hayan gestionado nuestros padres de pequeños nos enseña cómo afrontar nosotros el miedo.

No nacemos con fobias.

Tener miedo es algo evolutivo, universal, y sí nacemos con la capacidad de sentirlo sin haberlo aprendido de nadie. Pero el temor excesivo, desproporcionado y paralizante de una fobia ante un estímulo que no presenta una amenaza se desarrolla con mecanismos cognitivos y emocionales complejos.

Las experiencias infantiles se quedan en nuestra memoria implícita, de tal manera que no es necesario volver a elaborar todo ante un peligro. De forma automática, al encontrarse con un estímulo aversivo, nuestro cuerpo se llena de sensaciones desagradables que interpretamos como muy terribles.

Nuestra interpretación, las creencias negativas sobre nosotros mismos cuando pasamos miedo pueden acabar desarrollando la aerofobia.

Cómo superar el miedo a volar

No te centres solo en el trabajo más cognitivo-conductual, porque quizá te deshaces de la aerofobia, del miedo a volar en aviones, pero cabe la posibilidad de que aparezcan otros miedos en el futuro. Por lo tanto, entiende también por qué te pasa lo que te pasa. Integra. Comprende.

Trabaja en tu gestión emocional, siente que entiendes tus reacciones y tus pensamientos (y que no tienen por qué ser reales). Aprende a saber qué te está pasando.

Es importante trabajar la aerofobia, el miedo a volar, o cualquier otro miedo lo antes posible. Antes de que llegue a algo tan incapacitante. Cuando estamos en un punto tan incapacitante es más complicado, así que si lo necesitas, considera la opción de hacer terapia.

Recuerda: tienes más recursos de los que crees.

Como siempre, gracias por acompañarnos una semana más, nos escuchamos el próximo domingo. Gracias también por vuestras puntuaciones y comentarios en Spotify y en Itunes, eso nos ayuda a crecer.

Humana en constante aprendizaje y evolución, además de cofundadora y CEO de Somos Estupendas y futura psicóloga.

2 comentarios en «Aerofobia: Miedo a volar en aviones | Ep. 123»

  1. Llore escuchando el podcast porque realmente sentí que se materializaron mis emociones cosa que se me hace muy difícil. Poder explicar mis emociones

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    • Hola, Paola 🌷
      Muchísimas gracias por tu mensaje. Y también por escucharnos.
      Nos alegramos mucho de que te haya ayudado.
      ¡Un abrazo muy grande!

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