Cómo mejorar la relación con mi madre

Hola bonitas y bienvenidas un domingo más al podcast de Somos Estupendas. El tema de esta semana no es nada sencillo, por eso vamos a tocarlo desde el más absoluto amor y respeto, pero sin entrar en la herida que supone.

Cómo mejorar la relación con mi madre es un tema muy complejo que en la gran mayoría de casos requiere de un acompañamiento individual y profesional y somos conscientes de que esto es solo un podcast. Para ello, hoy nos acompaña Natalia, psicóloga online del equipo.

La importancia del vínculo materno

Para empezar, tengamos en cuenta que nuestra madre también es hija. Todas las personas tenemos madre, de alguna forma u otra. Y, ¿por qué es tan importante la relación con nuestra madre? Porque es una de las relaciones primarias con las que establecemos nuestros primeros vínculos. Ya sabéis que en este pódcast somos muy fans de hablar del apego emocional, porque tiene una gran relevancia en nuestro desarrollo y bienestar.

Nos gustaría compartirte brevemente un experimento antiguo, que ahora no debería replicarse por cuestiones éticas, pero que ilustra muy bien el vínculo materno. En los años 60, Harlow, puso a crías recién nacidas de mono en un espacio donde tenían dos madres de mentira: una estaba hecha de alambre y daba alimento con un dispensador, la otra estaba hecha de felpa (era suave). Podemos pensar que la madre de alambre es la que cubre una necesidad básica (alimentarse), pero los monos se pasaban una media de 16 horas al día pegados a la madre de felpa.

También, si los monos estaban asustados acudían siempre a esta misma figura, incluso estar cerca de ella y sentirse arropados les daba seguridad como para intentar defenderse y protegerse. Aquí empezó a determinarse la relevancia del vínculo materno, de la crianza respetuosa y que de lo más importante del mismo es que esa figura maternal nos ofrezca seguridad y afecto.

¿Cómo sanar la relación con mi madre?

En nuestros primeros años somos seres muy poco desarrollados, y por ello necesitamos mucha atención y afecto. Conforme vamos creciendo, vamos a tener otras necesidades y a adquirir autonomía. Esta autonomía también está influida según hayan sido nuestras figuras de apego primarias. Si estamos con figuras muy exigentes, o muy sobreprotectoras, o muy culpabilizadoras va a generar en nosotras cosas diferentes.

Un niño o niña, hasta que no tiene al menos 6 años no es capaz ni de regularse. Su regulación se realiza a través del adulto que tiene delante. Según cómo actúe el adulto, aprenderá a gestionar las situaciones de una forma u otra.

El vínculo materno es difícil y complejo en sí mismo. Siempre va a haber una parte natural biológica que tiende a acercarnos por necesidad, por cubrir nuestras necesidades. Pero, a la vez, si ha sido un lugar en el que ha habido dolor, se genera una ambivalencia. Te necesito y me dañas. En estas relaciones que se desarrollan de forma tormentosa podemos encontrarnos casos de trauma complejo. Situaciones de las que a veces no somos ni conscientes, que se repiten y suceden con nuestros vínculos, y que superan nuestros recursos de afrontamiento.

Relación tóxica con mi madre

El ejercicio de madurar y hacernos adultas supone humanizar a nuestros adultos. No son dioses, tienen carencias y dificultades como todo el mundo. Al principio de nuestras vidas les necesitamos tanto que por supervivencia bloqueamos esas partes no tan buenas de quienes nos cuidan.

Descubrir que tu madre no es quien creías puede generarnos enfado y mucha tristeza. Quizá la madre que te hubiera gustado tener no es la que tienes, y eso supone un duelo. A veces nuestra madre no podrá darnos aquello que en ocasiones pedíamos y eso es un duelo: aceptar que aquello que yo deseaba o necesitaría no es así y quizá nunca lo sea.

Ella quizá no cambiará, entonces la pregunta es, ¿qué vas a hacer tú con esto? Nuestros primeros años los vivimos sintiendo que mamá es lo más importante, que nunca nos va a fallar y que es la que más nos quiere en este mundo. Y a medida que crecemos vamos transitando las ambivalencias y las realidades de nuestra relación con ella.

Tú puedes ser la adulta que necesitabas que hubieran sido contigo.

Ese tránsito nos despierta un sinfín de emociones. Y esas emociones a veces nos pueden hacer perder la capacidad de ver todo el dibujo. Nuestra madre también es hija, también está insertada en un contexto social e histórico concreto, en España no hace tanto se vivió una guerra y una posguerra, y esto sabemos que ha traído estragos y consecuencias en las generaciones que lo vivieron y en las posteriores, dificultando una maternidad consciente. El trauma transgeneracional es algo que no podemos ignorar en este pódcast. También tenemos unas madres que han sido socializadas en unos roles de género.

¿Cómo arreglar la relación con mi madre?

En línea a lo anterior te estarás preguntando cómo mejorar la relación con tu madre de forma más concreta. Quizá sería interesante el ejercicio de conocer y explorar hasta donde podáis cómo fue su vida, cómo fue para ella el ser madre, si lo eligió, cómo era su vida en ese momento. ¿Qué cosas sentía que se esperaban de ella?

¿Cómo fue la historia de su vida? ¿Cómo fueron sus cuidadores con ella? ¿Cómo fue su historia de relaciones? Todo eso se va quedando incluso en nuestros genes, pero sobre todo se va quedando en las dinámicas que generamos.

¿Dónde queda la línea entre entender a mamá con todas sus historias con todo su contexto y entenderte y abrazarte a ti? No son dos aspectos excluyentes. Podemos validar nuestra herida y conocer el pasado y las causas de que nuestra madre no pudiera cubrir todo lo que necesitamos.

Tú puedes ser la adulta que necesitabas que hubieran sido contigo. Tú sí que te puedes cuidar de la forma en la que necesitabas y tú te puedes validar. Tú puedes sostenerte y tú puedes habitarte.

A veces empezamos el proceso de mejorar la relación con mi madre cuando ella ya no está. Ante la pérdida de nuestra madre los duelos quizá se reactivan. Reaccionamos a la pérdida como podemos, y a veces hay una parte de ti que puede sentirse aliviada y convivir con otra parte de ti que puede sentir mucho dolor. Nadie puede juzgarte por lo que sientas.

Observa los roles que asumís

Algo que puedes hacer es acercarte a tu madre desde la adulta que ya eres. A veces esto te permitirá acercarte más a ella y evitar relaciones tóxicas, aunque no pueda darte el afecto que hubieras necesitado en otro momento (o te lo das tú o te lo dan otras personas). A veces tu madre estará en su parte niña y tú en la adulta, y tú la maternas. Esto nos lo encontramos en personas con historias de mucha madurez temprana por haber tenido que cuidar a las figuras que les tenían que haber cuidado.

Desde ese lugar no se puede mejorar la relación con mi madre, no podemos actuar como adultas reguladas y que pueden cuidarse, ya que estamos responsabilizándonos de nuestra madre, y ese rol no nos toca. Algo le habrá sucedido a tu madre para colocarse en ese lugar, y genera mucha confusión, pero no puedes continuar colocándote ahí.

Los vínculos con nuestros iguales hay que generarlos desde la horizontalidad, donde nadie está por encima ni por debajo.

No hay un ejercicio mágico que puedas hacer y que cambie y mejore por completo y para siempre la relación con tu madre. Se trata de un trabajo complejo y a veces muy lento que puede requerir un acompañamiento profesional. Desde aquí deseamos que pueda repararse tu herida y puedas mantener una vida en paz y con vínculos sanos que te sumen.

Como siempre, gracias por acompañarnos una semana más, nos escuchamos el próximo domingo. Gracias también por vuestras puntuaciones y comentarios en Spotify y en Itunes, eso nos ayuda a crecer.

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El contenido ha sido redactado con fines divulgativos, en ningún caso puede sustituir la valoración de un profesional. El artículo ha sido revisado por el equipo de redacción clínica.

Artículo escrito y revisado por Beatriz Pujante | Graduada en psicología, con nº de colegiada 27435.

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