Trastorno de estrés postraumático

Quizá cuando piensas en la palabra “trauma” te vienen a la mente situaciones como catástrofes naturales, incendios o accidentes de coche, por ejemplo.

Todas estas son situaciones potencialmente traumáticas, y pueden desencadenar lo que conocemos como trastorno de estrés postraumático. Ahora bien, hay muchas otras situaciones y factores que pueden estar implicadas en este trastorno.

¿Qué es trastorno de estrés postraumático?

Para entender el trastorno de estrés postraumático es importante antes conocer lo que es el trauma. Como te decía, solemos pensar en el trauma psicológico como alguna situación en nuestra vida que ha sido grave, intensa y que ha hecho que nuestra vida peligre.

Los ejemplos que se nos vienen a la cabeza son, quizá, catástrofes naturales o accidentes. Ahora bien, tenemos que distinguir entre dos conceptos: evento traumático, trauma, y trastorno de estrés postraumático.

Un evento traumático sería ese acontecimiento que vivimos que puede -o no- generar un trauma, y que puede -o no- generar un trastorno de estrés postraumático.

Este evento traumático no tiene por qué ser un desastre natural, sino que abarca escenarios como muertes, maltrato, abusos o accidente y otras experiencias que, no habiendo sido tan extremas, se han repetido en el tiempo, como son los traumas relacionales o de apego, que hacen referencia a la manera en la que nos han tratado y cuidado personas significativas a lo largo de nuestra infancia.

En general, decimos que cualquier tipo de acontecimiento que sucede de forma brusca, repentina, inesperada, que resulta incontrolable, y que amenaza nuestra integridad física y psicológica de manera negativa, puede ser un acontecimiento traumático.

Trauma sería la herida psicológica que este suceso nos ha causado. De hecho, esta palabra significa, literalmente, herida en griego. Es decir, el Trauma sería el impacto que esta vivencia -o conjunto de vivencias- ha tenido en nosotras.

Es importante tener en cuenta que lo realmente significativo no es tanto el hecho en sí o su gravedad, sino la experiencia subjetiva que cada persona ha vivido. Así, el daño que la situación haya provocado en la persona, sin importar tanto este origen, va a depender de cada persona, del momento en que se haya producido, su duración, historia vital, red de apoyo, entre otros factores.

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Por último, el trastorno por estrés postraumático engloba un conjunto de síntomas -puedes ver cuáles en el siguiente apartado- que están relacionados con el evento traumático. Este trastorno puede aparecer inmediatamente después de esta situación, o incluso mucho tiempo después. Además, genera mucho malestar en la persona que lo sufre, hasta el punto de interferir en el funcionamiento diario.

Trastorno de estrés postraumático

Síntomas de estrés postraumático

Para entender un poquito más acerca de este tema, vamos a ver cuáles son los síntomas del trastorno por estrés postraumático.

Los síntomas más habituales dentro de este trastorno son cuatro: los síntomas de reexperimentación de la situación traumática; la evitación de ciertas actividades o lugares que recuerdan a la experiencia; el estado de hiperactivación; y los síntomas cognitivos y emocionales.

Reexperimentación del evento traumático

Este es uno de los síntomas que más fácilmente identificamos, y uno de los que más sufrimiento nos genera. ¿Por qué? Porque consiste en revivir mental y emocionalmente el hecho traumático. Es decir, nuestro cuerpo realmente se siente como si estuviera viviéndolo de nuevo, por lo que la herida se mantiene abierta. Podemos experimentar flashbacks en nuestra vida diaria por algún disparador de la situación que nos haya conectado con la herida, teniendo pesadillas por la noche muy relacionadas con el tema…

Evitación

Al haber experimentado tanto miedo, tanta impotencia, y tanta inseguridad, tratamos de buscar seguridad en nuestra vida actual. Ese miedo sigue en nosotras, y para protegernos intentamos evitar lugares, situaciones o personas que nos recuerden a la experiencia traumática, así como evitar hablar sobre el tema. Por ejemplo, evitando montar en coche si se tuvo un accidente.

Estado de hiperactivación

Este síntoma está muy relacionado con el impacto que la experiencia traumática tuvo en nuestro cuerpo, y, más concretamente, en nuestro sistema nervioso. Nuestro sistema nervioso se activó mucho en aquel momento, y no ha acabado de regularse cuando sufrimos un trastorno de estrés postraumático. El cuerpo está tenso, nos sobresaltamos o asustamos fácilmente, estamos susceptibles, reaccionamos de forma intensa y brusca, nos cuesta dormir y/o descansar, y tenemos una actitud hipervigilante con nuestro entorno.

Síntomas emocionales y cognitivos

Ejemplos de síntomas cognitivos serían la dificultad para concentrarnos, fallos en la memoria, pensamientos invasivos, pensamientos negativos sobre nosotras, los otros, y el mundo.

Síntomas emocionales serían, por ejemplo, la culpa, vergüenza, pérdida de interés o motivación, incredulidad, sensación de no sentir nada o de no estar en nuestro propio cuerpo, impotencia, indiferencia (mecanismo de protección del cuerpo cuando mis recursos se han acabado), estrés, e incluso enfado, entre muchos otros.

Estas cuatro categorías engloban los síntomas más frecuentes. Ahora bien, además de los que has leído, pueden aparecer muchos otros dependiendo de la persona que lo esté sufriendo.

Tipos de estrés postraumático

Aunque en este artículo, y, en general, se habla de trastorno de estrés postraumático a
secas, cada vez es mayor la evidencia que sustenta que existen dos tipos de TEPT: el
trastorno de estrés postraumático simple o TEPT como tal, y el trastorno de estrés
postraumático complejo. Aunque esta última categoría todavía no se incluye en los
manuales diagnósticos, sí que es importante que le demos espacio y empecemos a
hablar más de ella para que se visibilice y se reconozca la realidad de muchas
personas que lo sufren y que, en muchas ocasiones, reciben diagnósticos que no
representan del todo lo que les ocurre. Brevemente, las características de cada uno de estos tipos son:

Trastorno de estrés postraumático simple o TEPT

Trastorno de estrés postraumático simple o TEPT, tiene que ver con lo que hemos comentado hasta ahora, estando sobre todo asociado a la vivencia de un
incidente traumático aislado. Sus síntomas son los que has visto en el apartado
anterior.

Trastorno de estrés postraumático complejo o DESNOS

Trastorno de estrés postraumático complejo, también conocido con el acrónimo
DESNOS.

Este tipo de estrés postraumático se da como consecuencia de eventos
traumáticos de carácter continuado, es decir, ya no es solo un incidente traumático lo que yo he vivido (por ejemplo, un accidente), sino que he vivido, de forma prolongada en el tiempo, algo que ha sido grave y traumático para mí (por ejemplo, malos tratos, violencia familiar, abandono o negligencia parental, abusos, bullying, etc.), que se sale de lo que yo podría esperar y gestionar.

Es decir, aquí hablamos de traumas interpersonales (incluyendo el trauma de apego que veíamos en el primer apartado). Los síntomas de este tipo de estrés son, además de los del TEPT simple: dificultades de regulación emocional; alteraciones en las relaciones interpersonales; alteraciones en la atención o conciencia (síntomas disociativos); impacto negativo en el sistema de creencias (percepción negativa de uno mismo, los demás y el mundo); y somatización.

Tratamiento para el estrés postraumático

Como has visto, el trastorno por estrés postraumático es muy complejo, y, por ello, es esencial que se aborde en terapia psicológica.

El tratamiento para el estrés postraumático ha de ser siempre individualizado a la persona y al caso en concreto. En general, se tiene como finalidad procesar el evento traumático desde el momento presente, con un acompañamiento empático, cálido y respetuoso, y con la creación de un lugar seguro desde el que poder mirar hacia atrás sintiéndote protegida. Es muy importante que se reestablezcan las sensaciones de seguridad y protección que se transgredieron en el evento traumático.

Antes hablábamos de que la palabra trauma significa herida. Y, como sabes, lo que necesitamos hacer con una herida es curarla con mimo y tiempo. Esto requiere de darnos cuenta de que está ahí, de que esa herida existe y de que necesitamos entrar en contacto con ella para que lo que nos causa malestar en el presente -que podríamos ver como la infección de la herida- pueda ser entendido y trabajado desde su origen.

Decíamos que, cuando vivimos un trauma psicológico, es como si nuestro cuerpo se hubiera atascado en ese momento pasado, y por eso nos sentimos desconectadas del presente. Nuestro cuerpo no ha procesado la información del suceso a nivel consciente, sino solo a nivel emocional. Por eso es importante que, en el tratamiento para el estrés postraumático, se procesen, elaboren e integren las memorias emocionales y el evento traumático en sí, creando nuevas narrativas.

Entre otros, uno de los tratamientos de primera elección para el trabajo con trauma es la denominada terapia EMDR, que ayuda a acceder al recuerdo de las situaciones vividas, a todo aquello que nos ha herido, para procesar y elaborar el trauma y para que quede integrado en nuestro cerebro emocional y consciente, de manera que ese origen sea trabajado y podamos avanzar en el presente.

Este trabajo de procesar el evento traumático se realiza a la par que se van desarrollando recursos y herramientas, para que puedas sostenerte y cuidarte en el proceso, y que te permitan regular los síntomas del estrés postarumático. En todo momento se tiene en cuenta cuál es tu ventana de tolerancia y hasta qué puntos puede ir avanzándose.

Poco a poco, con tiempo, cuidado, empatía y apoyo, irás tejiendo una red más segura sobre la que apoyarte e irás ayudando a que tu herida cicatrice. Y, con todo esto, los síntomas del estrés postraumático irán atenuándose hasta permitirte reestablecer tu vida.

Como siempre, ¡recuerda que está bien pedir ayuda! Especialmente en casos como este. El trastorno por estrés postraumático es más común de lo que pensamos, pero no tiene porqué permanecer para siempre con nosotras. Podemos trabajarlo, con ayuda profesional, para continuar nuestro camino hacia delante sin sentirnos atascadas en el pasado.

Psicóloga especializada en bienestar emocional con perspectiva integradora, aunando la rama cognitivo conductual junto con la que considera base de su perfil profesional: las Terapias de tercera generación. Más sobre Isabel Reoyo

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