Ansiedad y cansancio, ¿tienen relación?

Gran parte de nuestro tiempo lo dedicamos a preocuparnos por lo que nos rodea y por el futuro, yendo muchas veces más deprisa nosotras y nuestra mente que la propia vida. Cuando nos queremos dar cuenta, vemos que últimamente la ansiedad y cansancio se están apoderando de nosotras, dejándonos sin energía y desbordadas. ¿Tiene algo que ver este agotamiento físico y mental con el ajetreo diario y la ansiedad? A continuación, verás porqué la ansiedad y el cansancio están más relacionadas de lo que imaginas.

La ansiedad es como un cachorro de tigre que un día apareció en nuestra puerta. Suplicó comida y, al ser tan pequeño, no tuvimos problema en dársela. Al ser tan pequeño, tampoco tuvimos problema en acogerlo en casa y, poco a poco, fuimos alimentándolo con cantidades más grandes de comida. Su demanda crecía a la par que su tamaño y, casi sin darnos cuenta, el pequeño tigre acabó rugiendo cada vez que estaba hambriento, haciéndose tan grande que nuestra vida quedaba supeditada a calmarlo.

Ansiedad en la metáfora del tigre hambriento

Es fácil concluir de esta situación varios aprendizajes. En primer lugar, extraemos que existe una diferencia entre acoger a la ansiedad en nuestra vida en tanto que es una reacción adaptativa, en muchas ocasiones, y entre acogerla pero alimentarla. En segundo lugar, que al alimentarla a demanda puede consumir gran parte de nuestra energía que, al fin y al cabo, no estará sino fomentando su crecimiento y aumentando la sensación de cansancio.

¿Qué función cumple la ansiedad y cómo actúa?

Pese a que siempre buscamos eliminarla, la ansiedad cumple un papel importante, ya que es adaptativa: su origen en emociones como el miedo, nos transmite un mensaje de protección ante un futuro incierto. Sin embargo, cuando esta ansiedad se generaliza y comienza a ser desproporcionada respecto a la realidad, pierde su cualidad funcional y se torna desadaptativa, anclándonos en la preocupación por la preocupación.

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Ansiedad y cansancio, ¿por qué ocurre?

Cuando nuestro cuerpo entra en este estado de alarma, se pone en marcha el sistema nervioso autónomo, encargado de activar al cuerpo y de orquestar las respuestas asociadas a la ansiedad que ya conocemos, como la taquicardia, tensión muscular, incapacidad para conciliar el sueño o problemas en la digestión, entre otros, además de la segregación de ciertas sustancias como el cortisol, conocida popularmente como “hormona del estrés”. Si bien esta activación nerviosa tiene un inicio y un final delimitados en el tiempo cuando es adaptativa, al excederse en duración, intensidad y frecuencia pasamos a conceptualizarla como ansiedad, y, entonces, esta activación acarreará como consecuencia lógica un gasto de energía importante.

Teniendo en cuenta qué ocurre en nuestro interior cuando existe ansiedad, ¿qué otra cosa podríamos esperar fruto de esta si no cansancio? Y es que, la energía que nuestro cuerpo está consumiendo por esta sobre-activación da lugar al agotamiento de gran parte de nuestros recursos, es decir, que la ansiedad, al activarnos en exceso y de manera constante, supone una saturación del combustible que nuestro cuerpo necesita, y, por ende, aparece un cansancio que va a damnificar nuestra vida diaria.

“La ansiedad requiere de una gran cantidad de energía, agotando nuestros recursos”

Como el cachorro de tigre, lo que ocurre con la ansiedad es que cada vez va haciéndose más grande y, en este caso, su alimento es la preocupación. Y nosotras se la damos preocupándonos por lo que pueda pasar en un futuro o, irónicamente, preocupándonos por la propia ansiedad en sí misma. Además, no saciada con alimentarse de miedo y preocupación, acaba entrometiéndose en todas las áreas de nuestra vida: laboral, social, de pareja, personal… Recordándonos que es ella la que tiene el mando de nuestra vida. Y es agotador. Pero, al fin y al cabo, ¿es el tigre responsable de querer ser alimentado?

Y… ¿de dónde viene la preocupación?

Por otra parte, la activación no se mantiene sola, ya que la ansiedad está ligada, también, al pensamiento. Así, la ansiedad es resultado de la preocupación sobre el futuro y de un deseo de poder controlar todo cuanto nos rodea, incluida la ansiedad per se. Podemos imaginar, por tanto, la cantidad de recursos que quedan invertidos en un momento temporal que todavía no existe y que, además, escapa de nuestro control.

Ahora bien, preocuparse no disipa los problemas del mañana, sino que disuelve la paz del “hoy”.

La atención que destinamos a la preocupación por el futuro nos absorbe y aleja de la capacidad para actuar con vitalidad en el presente, pasando a vivir cansadas y arrastradas por las circunstancias, o lo que es lo mismo, en modo piloto automático. En suma, esta preocupación aminora nuestra capacidad de ocupación en sí misma.

“La preocupación aminora nuestra capacidad de ocupación”

La buena noticia: podemos aprender a salir del círculo de la preocupación

Vivir futuro y presente de manera simultánea (obviando esta imposibilidad) sería una tarea realmente ardua. Si nuestra mente se sitúa en el futuro, no deja recursos para nutrirnos de todo a lo que a nuestro alrededor acontece en el aquí y ahora. Pero, más allá de demonizar a la ansiedad, podemos tomar el cansancio que nos genera (u otras sensaciones corporales asociadas) como una señal de alarma de que algo en nuestro mundo no marcha bien.

De hecho, nuestra naturaleza es sabia: tiene miles de años de experiencia; por lo que todo cuanto ocurre en nuestro cuerpo, así sea una sensación desagradable como la ansiedad y el cansancio derivado, nos concede la oportunidad de darnos cuenta de aquello, externo o interno, que nos pide ser modificado en pro de nuestro bienestar.

ansiedad y cansancio

Cuando nos resistimos a sentir la ansiedad también estamos empleando una cantidad poderosa de energía en este esfuerzo y, de nuevo, estamos dándola de comer cayendo en la rueda de: ansiedad y cansancio. Así, le delegamos el timón de nuestra vida y nos desviamos de lo que somos, de lo que es importante para nosotras, de metas, valores y del disfrute mismo del presente.

Sin embargo, podemos optar por acoger a la ansiedad como hicimos con el cachorro de tigre, de manera que yo sea quien conceda su presencia, y no ella quien me condicione a mi. Igualmente, si concentramos nuestro potencial en la ocupación en el presente, no habrá espacio en nosotras para la preocupación futura, y, nuestra vivencia será mucho más sana, pausada, energética, y, lejos de agotar nuestro cuerpo, se habrá convertido en nuestro motor.

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Psicóloga especializada en bienestar emocional con perspectiva integradora, aunando la rama cognitivo conductual junto con la que considera base de su perfil profesional: las Terapias de tercera generación.

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