¿Te viene alguna idea a la mente al leer la palabra astenia? Quizá has escuchado hablar alguna vez sobre este concepto o quizá es la primera vez que te cruzas con él. Sea como sea, a lo largo de este artículo lo explicaremos detalladamente.
Abordaremos desde aspectos más básicos como qué es hasta qué tipos hay, cuáles son sus síntomas y cuál es su relación con el síndrome de fatiga crónica.
¿Qué es la astenia?
La palabra «astenia» proviene del término griego ἀσθένεια – asthéneia y se traduce como «debilidad», aunque a veces también puede encontrarse como «falta de fuerza, vigor o fortaleza».
Ya en su definición se puede intuir que este concepto está relacionado con el ámbito de la medicina. Se utiliza para hacer referencia a una sensación de debilidad, cansancio y falta de energía que se dan de forma generalizada. Es más, esta sensación no desaparece tras un periodo de descanso.
Algunas personas lo utilizan de forma más amplia y genérica para referirse a situaciones de debilidad. En este sentido, se puede considerar un síntoma más de otras alteraciones de la salud. Es importante que se lleve a cabo un estudio clínico completo para poder diferenciar entre el cansancio que se produce de forma puntual. Este, que se produce tras haber realizado un esfuerzo mental o físico es diferente de la astenia crónica que persiste en el tiempo.
Sin embargo, habitualmente se emplea como sinónimo del síndrome de fatiga crónica, especialmente cuando los síntomas están presentes durante un largo periodo de tiempo. Abordaremos con detenimiento este aspecto en el próximo apartado.
Es importante tener en cuenta que puede ser realmente difícil de detectar y diagnosticar, a pesar del elevado número de personas que consultan por este motivo. De hecho, en muchas ocasiones no se llega a recibir dicho diagnóstico.
Sin embargo, no podemos minimizar el fuerte impacto que tiene en la salud física y mental de las personas. Por ello, queremos recordarte que en caso de que estés sufriendo y sintiendo las limitaciones de la astenia puedes pedir ayuda. Estaremos encantadas de acompañarte en tu proceso de terapia online.
Síndrome de fatiga crónica
Es crucial tomar conciencia sobre la importancia de esta problemática de salud. Sin duda, genera un grave impacto en todos los ámbitos de la vida de una persona. Este síndrome suele percibirse como muy limitante para las personas que lo padecen y, lamentablemente, es más frecuente de lo que podríamos pensar.
El síndrome de fatiga crónica, también conocido como astenia, se describe como un cansancio persistente o falta de energía a priori inexplicable. Este se produce incluso ante situaciones, tanto físicas como mentales, que pueden considerarse o percibirse como poco retadoras o desafiantes. De hecho, la fatiga suele aparecer antes de la realización del esfuerzo.
En este sentido, las personas que la padecen acostumbran a sentirse limitadas a la hora de realizar tareas del día a día. Así pues, puede implicar dificultades tanto a nivel laboral como relacional. Se ha observado que, de forma habitual, suele estar más presente en mujeres que en hombres. Además, con frecuencia aparece entre los 20 y los 50 años de edad.
A día de hoy no hay consenso sobre las causas que originan el desarrollo de la astenia o síndrome de fatiga crónica. No obstante, a continuación mencionamos las principales ideas contempladas actualmente:
- Se considera que determinadas infecciones virales pueden influir en su aparición.
- Tener problemas a nivel inmunológico también puede contribuir a su desarrollo.
- Muchos autores defienden que un desequilibrio hormonal podría estar relacionado.
Por último, son muchos los autores que destacan el importante papel que el estrés juega en el desencadenamiento de la astenia. No obstante, a día de hoy no se considera la única causa. En este sentido, algunas personas consideran que la astenia podría ser una forma de somatizar.
Tipos de astenia
Dado que, dependiendo tanto del contexto como del profesional, puede variar el uso del término es importante clarificar ciertos aspectos. A continuación exponemos algunas clasificaciones importantes relacionadas con los tipos de astenia.
Astenia crónica
Tal y como hemos comentado hasta el momento, la astenia crónica hace referencia al estado de fatiga o cansancio persistente. Esta situación debe darse durante un mínimo de seis meses y afectar considerablemente en el desempeño de las tareas diarias. Asimismo, se vive como altamente limitante y afecta al ámbito relacional además de, por supuesto, a la salud física y mental. También se le conoce como síndrome de fatiga crónica.
Astenia muscular
El concepto astenia muscular hace referencia, como su nombre indica, a la debilidad percibida en los músculos. Va más allá del cansancio que podemos experimentar de forma puntual, puesto que implica una reducción real de la capacidad muscular. Es decir, los músculos se fatigan con facilidad, incluso ante situaciones que no requieren de un gran esfuerzo. Este tipo de astenia puede estar relacionada con otras patologías.
Astenia por estrés
La astenia por estrés engloba aspectos tanto físicos como psicológicos. Suele ocurrir en situaciones en las cuales la persona es sometida a un elevado nivel de estrés físico y mental. El agotamiento que producen estas situaciones no se alivia o recupera tras el descanso. Es habitual que personas con dificultad para manejar el estrés y/o que viven bajo mucha presión la sufran. Es crucial que las personas comprendan tanto las causas del estrés como las graves consecuencias que puede tener para su salud.
Astenia funcional
Se considera que la astenia funcional tiene una gran relación con aspectos psicológicos. Ya comentábamos anteriormente que, puesto que no hay una causa orgánica, son muchas las personas que lo definen como una forma de somatizar. Es habitual que se relacione con la depresión, la ansiedad y el cansancio. De hecho, muchos profesionales consideran que la astenia es simplemente un síntoma de la depresión y eso puede dificultar su diagnóstico.
Astenia orgánica
La astenia orgánica es aquella en la que se ha identificado una causa orgánica. Es decir, clínicamente se puede explicar esta situación como consecuencia de otra patología física —en contraposición a lo que sucede en la astenia funcional—. Determinadas enfermedades cardíacas, endocrinas o neurológicas pueden provocar la aparición de la astenia orgánica. Asimismo, determinadas infecciones también pueden estar relacionadas.
Astenia estacional
Los cambios de estación pueden contribuir a que ciertas personas sufran de lo que se denomina como astenia estacional. Esto suele suceder con más frecuencia durante la primavera y el otoño. La fatiga percibida durante estas épocas suele relacionarse con el proceso de adaptación del cuerpo a los cambios que se dan en el entorno. En este sentido, pueden afectar tanto los cambios de luz solar como de temperatura. Incluso aspectos como el polen y la alergia también pueden ser importantes, especialmente en primavera.
Síntomas de la astenia o fatiga crónica
Ya hemos comentado que, puesto que muchas patologías generan agotamiento, a veces es difícil que se diagnostique correctamente. Por ello, consideramos que es especialmente importante que podamos comprender mejor cómo se manifiesta la astenia o fatiga crónica.
Es cierto que, dependiendo de cada persona y de los diferentes tipos de astenia, la sintomatología puede variar ligeramente. No obstante, a continuación mencionaremos los que suelen darse de forma más habitual en el síndrome de fatiga crónica.
A nivel físico, es habitual que las personas sientan debilidad en todo el cuerpo o en algunas partes. Esta situación conlleva la percepción de falta de energía y esto impide y dificulta la realización de las tareas del día a día. Además, en caso de que se realice un esfuerzo se suele percibir un elevado malestar que persiste durante días o incluso semanas.
Por si fuera poco padecer de dolores musculares y articulares, pueden darse otras alteraciones tanto en el patrón alimentario como en el de sueño. Frecuentemente, se describen síntomas parecidos a los que se padecen cuando se está cursando un cuadro gripal, pero, en este caso, persistente en el tiempo.
A nivel psicológico, pueden darse dificultades para concentrarse así como somnolencia diurna. Además, es habitual que las personas presenten irritabilidad y cambios de humor que afectan a sus relaciones interpersonales. Con todo esto, también puede darse apatía y desmotivación, entre otras. Sin duda, puede contribuir al desarrollo de otras patologías de salud física y mental.