La manera en la que percibimos nuestros vínculos y nos relacionamos, cómo gestionamos las emociones y quiénes somos en la adultez está muy determinada por cómo desarrollamos nuestro apego durante la infancia. Las enseñanzas sobre el apego, qué es y sus consecuencias deberían ser obligatorias para todas aquellas personas adultas que quieran mejorar su estilo de crianza.
Acompáñame a lo largo de este artículo para comprender mejor su función e importancia.
En este artículo hablamos de:
Qué es el apego
El apego, un concepto bautizado por John Bowlby, es el vínculo que establecemos con las personas importantes de nuestro entorno, empezando por aquellas que nos criaron en la infancia. El apego y sus consecuencias no es algo que podamos elegir o evitar sentir: forma parte de nosotras y tiene la función de asegurar nuestra supervivencia de bebés y darnos seguridad en nuestras relaciones en la adolescencia y adultez.
Existen diferentes tipos de apego dependiendo de cuál haya sido el vínculo con las personas que nos cuidaron nuestros primeros años de vida.
Cómo se construye el apego
Somos seres sociales y el apego es una necesidad básica para nuestro desarrollo, así que quizá te estés preguntado cómo aparece, cómo se crea el apego. Ya sabes qué es y sus consecuencias las conocerás más adelante, así que ahora entendamos de qué forma se construye durante nuestra infancia:
Dependiendo de la calidad de los afectos que recibimos por parte de nuestras figuras cuidadoras, tendremos mejores herramientas para afrontar la vida: autoestima, seguridad, confianza, autonomía…
El apego es una parte de nosotras que empieza a desarrollarse incluso antes del nacimiento.
¿Y qué determina esa calidad de afectos? La forma en la que respondieron a aquellas situaciones en las que mostramos malestar y pedimos ayuda.
¿Quiere decir que si en una ocasión dejé a mi hijo llorar o le regañé cuando sufría le habré generado un apego inseguro? Para nada. Pero una desatención continua les envía un mensaje de que su dolor no es válido y que si necesita ayuda las personas que quiere no van a estar a su lado.
El primer contacto piel con piel, la lactancia, el juego, experiencias vitales, acontecimientos relevantes en la familia y cómo se gestionan (por ejemplo, una separación), la personalidad de las cuidadoras, etc. son algunas de las piezas más importantes que harán que el apego seguro encaje, o no.
Características del apego
Las principales señales de que tu apego es adecuado y adaptativo desde la infancia a la adultez son:
- Mantienes la proximidad de forma consciente y activa, deseando tener cerca a tus seres queridos.
- En los momentos de malestar o miedo, eres capaz de acudir a un lugar o refugio seguro, a través de la figura referente que te transmite seguridad.
- Tienes una base segura, es decir, sientes que puedes explorar tu entorno sin tener una sensación de peligro.
- No sentir angustia por separación. Un apego emocional seguro implica que cuando no estás en contacto con tu figura cuidadora puedes gestionar la ansiedad.
Teoría del apego
La Teoría del apego de Bowlby analiza la dinámica relacional y le da un papel de gran importancia en el desarrollo social y emocional de las personas. La teoría explica tres ideas clave:
- La confianza es un constructo que se edifica desde la infancia y adolescencia. Además, este tipo de confianza que se construye se mantiene durante toda la adultez y es muy difícil cambiarla.
- Cuanta más confianza se tiene en la persona cuidadora, menos miedo y ansiedad de separación se siente.
- Las expectativas juegan un papel esencial: si mi madre o mi padre estuvo allí para mí cuando lo necesitaba tendré la confianza de que en ocasiones futuras también estarán.
Etapas del apego
Adquirir nuestro apego no es un proceso automático ni repentino, requiere de tiempo y se divide en 4 fases:
- Fase de preapego: sucede durante las 6 primeras semanas de vida. Durante este periodo los bebés, totalmente dependientes, aceptan a cualquier persona que les brinde seguridad y calma, por lo que no tienden a mostrar preferencias a personas en concreto.
- Fase de formación: se ubica en los 8 meses siguientes a la fase de preapego. En el transcurso de esta fase puede iniciarse la angustia por separación, empieza a percibirse una clara interacción entre el bebé y su madre, padre o cuidadora.
- Fase de apego: esta fase inicia al finalizar la anterior y puede durar dos años aproximadamente. Es aquí donde realmente se construye el modelo de vínculo afectivo. El niño/a necesita la presencia de su cuidadora, principalmente su madre, intentando llamar su atención. Además, puede rechazar el contacto de otras personas que no sean ella.
- Fase de relaciones recíprocas: esta última fase inicia su desarrollo a partir de los 24 meses. Aquí el niño/a empieza a comprender que su madre no lo abandona de forma permanente y volverá, siendo capaz de calmar la ansiedad que le genera.
Hola, me gustó el artículo.
Gracias
Hola Daniel, nos alegra mucho que te haya interesado. ¡Un fuerte abrazo! 🌷