Síndrome de Estocolmo

Seguro que has oído hablar muchas veces sobre el síndrome de Estocolmo. Pero ¿qué significa? ¿Existe realmente? ¿Cuál es su origen? Hoy resolvemos estas dudas y te contamos cómo se manifiesta este comportamiento paradójico en víctimas de situaciones traumáticas.

Qué es el síndrome de Estocolmo

Para empezar, hablemos de qué es un síndrome. Un síndrome en psicología no es un trastorno mental, sino un conjunto de características o síntomas que se dan a la vez en una persona tras una determinada situación.

En concreto, el síndrome de Estocolmo es el desarrollo de una vinculación afectiva que nace de un suceso traumático o de un trauma psicológico. Por ejemplo, en un secuestro, si el secuestrador (que te podría hacer daño) se comporta amablemente genera en la víctima sentimientos agradables y de seguridad.

No hay un acuerdo unánime en que se trate de un síndrome, pero lo que sí se sabe es que se desarrolla como un mecanismo de protección para gestionar un momento de estrés y miedo prolongado.

“El síndrome de Estocolmo no es enamorarse de tu secuestrador”

Origen del síndrome

En 1973, ocurrió un atraco a un banco en Estocolmo con 4 rehenes que duró 6 días. Durante los días de negociación, en una ocasión una de las rehenes fue quien estuvo al teléfono defendiendo al atracador, pidiendo que dejaran libres a los secuestradores y criticando las acciones policiales. Cuando el secuestro terminó, esta misma mujer, Kristin Enmark, no colaboró con la policía ni declaró.

Esta fue la primera vez que se registró y estudió este tipo de conducta, bautizándose como síndrome de Estocolmo.

Síndrome de Estocolmo

Síntomas del síndrome de Estocolmo

Como ya se ha comentado, el síndrome de Estocolmo se da en situaciones emocionales límite y de gran intensidad. Se produce un sesgo en la idea que se tiene del secuestrador: si muestra bondad se percibe como compasión y preocupación genuina, obviando todas las acciones agresivas o negativas que ha hecho.

Aunque los estudios no han creado un diagnóstico ni criterios estandarizados, aquí explicamos los síntomas más frecuentes que se encuentran:

Vinculación y empatía

Al percibir humanidad en la persona empieza a sentir un vínculo y conexión especial. Se puede tener la ilusión de que comparten los mismos valores y objetivos. Se identifican con él, le idealizan y comprenden los motivos que le llevan a hacer lo que está haciendo, justificándole.

Sentimientos positivos hacia el agresor

La necesidad de supervivencia se vuelve más importante que la conciencia de lo que está sucediendo. Al verse los recursos superados, instintivamente generan emociones positivas hacia quien está agrediendo, como la gratitud. Además, estos sentimientos positivos son recíprocos.

Sentimientos negativos hacia terceras personas

En relación con la actitud anterior, en el síndrome de Estocolmo la persona se vuelve enemiga de los enemigos del agresor. Es decir, rechazan a quienes tratan de separarla del secuestrador, como la policía u otras autoridades, evitando cooperar con ellas, ya que eso significaría traicionar al agresor.

La necesidad de supervivencia genera sentimientos positivos.

Síndrome de Estocolmo doméstico

En casos de violencia o de abuso intrafamiliar, también puede darse un comportamiento y sentimientos que siguen el mismo patrón. El síndrome de Estocolmo se desarrolla con más facilidad si la situación estresante y traumática es prolongada en el tiempo.

Por eso, si en convivencia hay una violencia constante estas actitudes pueden aparecer. Por ejemplo, en casos de abuso sexual infantil, donde la figura adulta cuidadora es la misma que te está hiriendo.

Síndrome de Estocolmo en la pareja

En casos de violencia en pareja y violencia de género también se ha observado este comportamiento paradójico. De todos modos, las dinámicas y límites del amor en una relación de pareja son más complejos que en dos personas desconocidas que coinciden en un atraco. Por ello, el síndrome de Estocolmo es un término que no se tiende a utilizar en psicología para referirse al maltrato dentro de la pareja o intrafamiliar.

Los mecanismos de indefensión aprendida, culpabilidad, autoestima destruida, dependencia emocional y las consecuencias económicas, sociales y emocionales hacen muy difícil la decisión de alejarse de una pareja que te maltrata.

Lo que se conoce como síndrome de Estocolmo puede formar parte de las consecuencias del trastorno de estrés postraumático complejo.

Tratamiento para el síndrome de Estocolmo

La conducta y emociones vinculadas al síndrome de Estocolmo se estabilizan y recuperan su estado natural de forma progresiva una vez la persona ha salido de la situación de peligro. Aunque en algunas ocasiones la persona puede necesitar ayuda para gestionarlo y facilitar este proceso.

Al tratarse de reacciones que aparecen debido a trastornos de estrés agudo o trastorno de estrés postraumático, el tratamiento deberá ir dirigido a aliviar la ansiedad y el impacto del evento y a restaurar la autoestima, autoconcepto y bienestar de la víctima.

En definitiva, con psicoterapia se potenciarán los recursos de afrontamiento y se pondrá nombre a lo que ha sucedido, comprendiendo las reacciones y reconciliándose de nuevo con los propios valores e identidad.

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El contenido ha sido redactado con fines divulgativos, en ningún caso puede sustituir la valoración de un profesional. El artículo ha sido revisado por el equipo de redacción clínica.

Artículo escrito y revisado por Beatriz Pujante | Graduada en psicología, con nº de colegiada 27435.

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