Hambre emocional: ¿Qué es y cómo controlarla?

Conocer qué es y cómo controlar el hambre emocional es clave para poder relacionarnos de forma sana y equilibrada con la comida, disfrutando de ella y pudiendo vivirla desde el placer y la serenidad.

¿Qué es el hambre emocional?

Son muchos los alimentos que están actualmente estrechamente relacionados con las emociones debido a que no solo comemos por sobrevivir y nutrirnos, sino que también lo hacemos por sociabilizar, habiendo numerosas situaciones socioculturales que giran en torno a ello.

Además, hay muchos alimentos (generalmente los más calóricos y con menor aporte nutritivo) que son capaces de generarnos placer de una manera casi inmediata, haciendo que nuestro organismo genere neurotransmisores que se encargan de hacernos sentir mejor y que además, son capaces de aliviar nuestro malestar, eso sí…. ¡En un corto periodo de tiempo!

Esto es lo que da significado al hambre emocional. Esa tapadera emocional con la que se busca el placer y la sensación de bienestar sin atender realmente al problema, desviando el foco de nuestra atención a un estímulo que no es el problemático.

Hambre emocional

¿Cómo quitar el hambre emocional?

El hambre emocional se quita cuando quitas (y mejor dicho, gestionas) todo aquello que te lo provoca o que lo desencadena y potencia.

Este tipo de hambre se da cuando una persona come bajo un estado emocional intenso y la alimentación que ingiere le está dando gasolina directamente al sistema de recompensa cerebral, pero a su vez, cuando esa recompensa y bienestar decae, aparecen emociones más intensas todavía como el sentimiento de culpa y el remordimiento de no haber comido ‘’bien‘’ y de haber intentado controlar un malestar emocional, la ansiedad y cualquier otro estado a través de la comida.

Es importante saber que la comida -spoiler- no tiene mayor capacidad que la de nutrir y mantener nuestro cuerpo con energía.

Por lo tanto, se puede decir que el comer de manera emocional ocurre cuando la persona en cuestión, intenta (aunque no lo consiga) gestionar sus emociones desde un enfoque desajustado.

Para conocerte mejor y conocer si hay algún factor externo que motiva esa ingesta puedes preguntarte lo siguiente:

  • Lugar: ¿En dónde me encuentro?
  • Tiempo: ¿Qué hora es?
  • Estado emocional: ¿Cómo me siento? ¿Qué busco/necesito ahora?
  • Sensación de hambre: ¿Tengo hambre o no tengo? ¿Hace cuánto que he
    comido?
  • Personas alrededor: ¿Quién está a tu alrededor?
  • Acción inmediata anterior: ¿Qué estaba haciendo en ese momento?

Identifica y reflexiona sobre las variables que puedan estar afectando a que busques refugio en la comida.

¿Cómo quitar el hambre mentalmente?

La mente puede ser muy caprichosa y en ocasiones los pensamientos recurrentes pueden focalizarse en diferentes temas, como por ejemplo en la comida, en los alimentos y en el cuerpo.

Obsesionarnos y tener más pensamientos en relación con lo que se come o la manera en la que vinculamos con la alimentación es algo que muchas personas se encuentran inmersos en la cultura de la dieta.

Para intentar quitar el hambre mental puedes realizar reestructuración cognitiva para trabajar en los pensamientos negativos e intrusivos que giren en torno a la comida y al tipo de alimento que ingieres.

¿Cómo controlar el hambre emocional?

Más que enseñarte a cómo controlar el hambre emocional te enseñaré a detectarla y a gestionarla cuando la tengas para que poco a poco puedas ir combatiéndola.

Primero que nada debes saber que la alimentación emocional suele tener un inicio brusco y justamente lo puedes reconocer porque en ese primer impulso no irás a por lechuga sino a por algún alimento más sabroso.

Ahí ya tienes una pista.

Y a la contra, el hambre fisiológica aparece poco a poco, paulatinamente y puede saciarse de cualquier alimento sin importar el valor nutritivo que tenga. Una vez que lo ingieres y te sacia, no tendrás sentimientos de culpa, enfado ni ansiedad.

Conocer las diferencias de los tipos de hambre te ayudará a identificarlo con anterioridad y poderle poner remedio a tiempo. No obstante, como eres una persona estupenda aquí te dejamos con unas recomendaciones para combatir el hambre emocional:

Aprende a nutrirte adecuadamente

Cada persona es un mundo y no todas necesitamos los mismos aportes nutritivos. Un desencadenante para que el hambre emocional se apodere de ti es no dar al cuerpo lo que necesita.

Para ello, es recomendable que puedas acudir a un especialista que te pueda aconsejar y orientar sobre ello, que te enseñe a reconocer sensaciones de saciedad y a comer manteniendo los principios de una alimentación consciente.

No añadas restricciones ni conductas compensatorias

Vivimos en una sociedad en constante revolución con el cuerpo y los cánones de belleza, inmersos en el juicio y la crítica si no entras en lo que se supone que es lo mejor para ti. La cultura de la dieta y el culto al cuerpo de una forma desajustada hace que las restricciones y las conductas compensatorias entren como una forma válida de poder relacionarnos con la comida.

ERROR.

Añadir restricciones y conductas compensatorias solo hará que tengas una falsa sensación de control que te llevará a una desorganización y descontrol emocional que intentarás apaciguar con la comida.

Alíate al deporte y a las rutinas como generadores de endorfinas

El deporte es uno de los antidepresivos naturales por excelencia y las rutinas de autocuidado son un bote salvavidas que te inducirán a la calma cuando atravieses momentos marea.

Añadir deporte de manera regular en tu día a día te ayudará a encontrarte mejor contigo misma y a generar endorfinas suficientes para poder sentir esa dosis de placer tan necesaria.

Escucha tus emociones y haz algo con ellas

Escuchar tu cuerpo es algo esencial y se consigue a través de mucho entrenamiento introspectivo. Atender las emociones es algo primordial si queremos tener una vida más coherente.

Ir en piloto automático es la forma fácil que en algún momento escogemos para vivir o mejor dicho, de sobrevivir. Saborear los matices de la vida, pincharte, escurrirte y dejarte impregnar por todo lo que te ocurre mientras vives es la manera más consciente de dejar huella y de crear un significado en tu vida.

Mientras ignores lo que ocurre a tu alrededor el cuerpo será el instrumento que sonará cada vez más fuerte hasta que le escuches y lo más importante, hasta que le atiendas.

¿Te has parado a pensar qué hay detrás de tu piloto automático?

Tratamiento para el hambre emocional

Existen muchas pautas y recomendaciones que pueden ayudarte a gestionar el hambre emocional, pero no existe como tal un tratamiento metódico y riguroso mediante el cual conseguir no tener hambre emocional.

Lo que existe es terapia y en terapia trabajarás todo aquello que hace que ocurra eso.

A continuación te dejamos dos herramientas terapéuticas a poner en práctica:

Realiza ejercicios de meditación

Bajar las pulsaciones nos ayuda a reconducir nuestras prioridades y a silenciar ese ruido que nos suele acompañar.

Una forma práctica de hacerlo es realizando técnicas de relajación para poder conectar contigo misma y con la calma que tu cabeza necesita.

Entrena en mindful eating

Escoge en tu día a día alguna comida en la que poder entrenarte en la práctica de mindful eating de manera en la que puedas comer tranquilamente disfrutando del momento y de todo aquello que conlleva.

Para conectar con la alimentación consciente te aconsejamos:

  • Comer sentada y respetando un tiempo mínimo de comidas.
  • Dejar los cubiertos en la mesa como signo de reposar y no ir con prisas.
  • Saborea cada bocado en vez de engullirla como un pavo.
  • Elimina pensamientos intrusivos que te generen ansiedad en ese momento.

Si sientes que llevas mucho tiempo intentando gestionar el hambre emocional y no lo consigues, acude a ayuda externa especializada que te acompañe en tu proceso pero recuerda: ¡La comida no es el problema y tampoco es la solución!

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El contenido ha sido redactado con fines divulgativos, en ningún caso puede sustituir la valoración de un profesional. El artículo ha sido revisado por el equipo de redacción clínica.

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Artículo escrito y revisado por Patricia Fernández | Graduada en psicología, con nº de colegiada M-35587

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